martes, 4 de marzo de 2014

Con las manos en la masa

Como bien sabéis, el próximo sábado se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Esta celebración viene teniendo lugar desde 1911, ya que en 1910 se celebró en Copenhague la II Internacional de Mujeres Socialistas y, entre otros temas, se decidió proclamar ese día a modo de reivindicación. Además, ese mismo año de 1911 (el 25 de marzo concretamente) se produjo el trágico incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. En este incendio murieron 146 mujeres y 71 resultaron heridas, y supuso un revulsivo para que el Gobierno de los EEUU modificara la legislación laboral vigente. De este modo, el Día de la Mujer Trabajadora se identifica con la lucha de los derechos laborales femeninos.
 Lamentablemente, hoy en muchos lugares del mundo donde las condiciones laborales de la mujer dejan muchísimo que desear, y aquí en España aún existe una desigualdad palpable en cuestión de salarios, condiciones de trabajo (p.j. dificultad para conciliar vida laboral y familiar).
 Pero la idea de esta entrada pretendo que sea más positiva. Nosotros, como docentes, debemos llevar a cabo una actitud coeducativa en el aula. Y eso pasa, entre otras cosas, por educar en la igualdad y defender la igualdad de profesiones para hombres y mujeres. Esta idea es especialmente sensible con el alumnado de Secundaria, donde se empieza a definir un poco el horizonte laboral. La visibilización de modelos femeninos en todo tipo de profesiones es una ayuda para que las alumnas, especialmente, se decidan a estudiar en ramas laborales tradicionalmente asignadas a los varones.
 La cuestión es que hace unas semanas una buena amiga me hacía referencia a que, en un país donde a la mujer se le ha asociado tradicionalmente labores domésticas, no existen demasiadas mujeres cocineras consideradas a nivel internacional, o al menos no son conocidos sus logros en demasía; es más ( y esto es una apreciación mía), da la sensación que la comida tradicional, la de nuestras madres y abuelas, en cierto modo está arrinconada por nuevas tendencias culinarias en las que la experimentación tiene un gran papel. Por lo tanto, en este sentido, nombres como Ferrán Adriá, Sergi Arola o Juan María Arzak (sólo por citar algún ejemplo) son conocidos por todos.
 Pero es de justicia en esta entrada citar a cocineras que también han alcanzado gran notoriedad en nuestro país, como son los casos de:
- Carme Ruscalleda, cocinera con más estrellas Michelín de España
 - Eva Arguiñano, especialista en postres, ha llegado a presentar espacios en televisión, al igual que su hermano Karlos Arguiñano 
- Elena Arzak, hija del también cocinero Juan María Arzak, dirige junto a su padre el negocio familiar  
- Toñi Vicente, quien recibió una tradición culinaria familiar, fue la primera cocinera gallega en recibir una estrella Michelín  
- Carmen Vélez, centrada en la cocina levantina 
- Susi Díaz, participó en programas televisivos de cocina como jurado y es una gran divulgadora de la cocina y habítos alimentarios en radio, TV, charlas en colegios, etc.
- Beatriz Sotelo, cocina gallega 
- Aizpea Oihaneder, cocina vasca innovadora
- María José San Román, propietaria de varios negocios
- Celia Jiménez, primera cocinera andaluza en conseguir una estrella Michelín

Tampoco podemos olvidarnos de Simone Ortega y su libro "1080 recetas de cocina" que acercaron la cocina tradicional a millones de hogares, y especialmente a millones de hombres. Por último, pero no menos importantes, son todas esas cocineras anónimas que trabajan en restaurantes, bares, hamburgueserías, pizzeríasx, etc. Y, aunque su labor no está pagada, todas esas amas de casa que dedican su cariño a la cocina.
 En definitiva, es de justicia reconocer la labor de las cocineras profesionales y difundir su trabajo para que sean un modelo a seguir por el futuro alumnado interesado. 

Bon appetit!!




Bibliografía

- Varela, N., Feminismo para principiantes, Barcelona, 2008

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